viernes, 3 de agosto de 2007

La enciclopedia

Sentada a la mesa de la cocina, con su nuevo hule de colores, la niña repasa los dibujos de la enciclopedia Álvarez. A veces lee algún texto, si el dibujo es suficientemente bonito a sus ojos infantiles. En las últimas páginas, creo que eran las últimas páginas, mira la cara de aquel soldado franquista con boina, intentando encontrar la maldad que le ha adjudicado su padre. Y su madre en voz baja dice: nunca cantes esa canción, no aprendas la letra, y nunca, nunca levantes el brazo en alto. Lo decía con tanto dolor que la niña intuye que tras la cara del soldado franquista tiene que haber algo terrible, pero por más que mira el dibujo y escudriña los trazos de sus ojos no descubre nada malo.
Con el tiempo, los jirones de conversaciones en murmullos, las noticias de radio pirenaica y radio paris o los recuerdos de la abuela le hicieron entender que aquella gloriosa victoria de la que hablaba la enciclopedia no formaba parte de la historia de su familia. Ellos eran los derrotados. Y como el soldado seguía pareciendo bueno, empezó a pensar que era el uniforme el que le hacía ser temido.

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